Visita del CRL de Hortaleza al HuertAula Comunitaria de Agroecología “Cantarranas”

El pasado Viernes 30 de Noviembre, los compañeros del CRL de Hortaleza nos trasladamos a la Huerta “Cantarranas”, ubicada en Ciudad Universitaria, Campus de Moncloa (Madrid), viveros UCM, justo detrás de C. Inforamción y junto al rugby “Cantarranas”.




                                

A todos los compañeros  que allí acudimos nos mueven unas enormes ganas de trabajar e interés en la agricultura urbana y la involucración en movimientos sociales de agroecología y soberanía alimentaria. 

También acuden con frecuencia profesores, estudiantes, PAS de la UCM, así como vecinos de Madrid, grandes y pequeños.

El objetivo principal es el de una participación comunitaria y horizontal. 

Acción, auto-aprendizaje y socialización para una posterior obtención de alimentos sanos y respetuosos con el medio ambiente.

Biodiversidad, variedades locales, saberes campesinos y cultura local mientras disfrutamos literalmente "metiendo las manos en la tierra".

La jornada laboral comenzó a las 9.00 a.m y el trabajo a desempeñar durante este día fue el de acondicionar los bancos de madera del merendero de la huerta.                                

Trabajo supervisado y orientado por Amir, jefe de taller de oficios múltiples del CRL. Cristina, jefa de taller de jardinería, e Irene, terapeuta ocupacional del centro.

Según llegamos nos pusimos manos a la obra, previa comprobación del material y herramientas a utilizar (taladro, martillo, tornillos, cableado, palas, azadas, picos y piquetas entre otros tantos…) así como una preparación de indumentaria apropiada de faena, que nos protegiese de una fría mañana de invierno.

  

No sin antes observar el estado de la construcción de otro proyecto paralelo aún sin terminar pero en avanzado estado; una caseta de madera para guardar y proteger el material de trabajo de los que allí acudimos, también construida por los compañeros del mismo CRL.

                                

                                

Los bancos de madera del merendero se encontraban en un relativo buen estado como para cambiarlos por otros nuevos.

Aun así las patas de los mismos se encontraban flojas, lo que proporcionaba una gran inestabilidad a la mesa y, al estar asentado sobre terreno blando, con el tiempo, el banco se había desnivelado. 

Nuestra misión en equipo era la de corregir estos desperfectos.

Para ello, lo primero que hicimos al comenzar el trabajo, fue cavar un hoyo de dimensiones apropiadas en el lugar en que se incrustarían cada una de las patas del banco y justo en el mismo, colocar un bloque de granito donde se apoyaría cada una de las patas para de este modo el peso del propio banco y de los usuarios, al estar asentado sobre terreno arenoso blando, no lo desnivelase con el transcurso del tiempo.

                                 

                                

Con el uso de azada y pala, fuimos cavando los hoyos mientras otros compañeros retiraban la tierra con el rastrillo.

En la misma huerta encontramos los bloques de granito que servirían de apoyo al banco y transportados de una parte de la huerta a otra en carretilla y una vez cavados, procedimos a ubicarlos centrados en el interior de los mismos.

                               

Tras estos primeros pasos, procedimos a taladrar ciertas zonas de las patas del banco para más tarde atornillar y reforzar su estabilidad.

Así quedarían fijos y no se balancearía cuando le diésemos uso.

Transcurrida parte de la mañana, almorzamos en la cafetería de la Facultad de Ciencias de la Información, para reponer fuerzas y volver en unos minutos a la faena, tras un breve y merecido descanso.

De nuevo en la huerta y una vez bien ubicado el banco, a pulso y entre todos nosotros, alojadas sus patas en cada uno de los hoyos, procedimos a echar la misma tierra que habíamos retirado y apelmazarla con estacas de madera para quedase bien asentado.

                                

Aun así, el banco todavía no estaba nivelado del todo, según pudimos medir, así que para corregir 100% ese último detalle empujamos entre todos mientras dos compañeros ofrecían con su propio peso, resistencia en la parte contraria del banco.                                       

Hecho esto y tras varios intensos y largos esfuerzos, el banco quedó fijo, bien asentado sobre una base de granito y perfectamente nivelado.

Por lo que nuestro propósito quedó cumplido una vez más.

Nos despedimos de todos aquellos compañeros de la huerta que allí habían trabajado el mismo día en otros menesteres y cada uno de nosotros partimos rumbo a casa a disfrutar del fin de semana, no sin antes tomar una foto haciendo uso del banco ya en óptimas condiciones