El origen del recinto se debe a Mª Josefa Alonso Pimentel, Duquesa de Osuna, casada con el 9º Duque de Osuna Pedro Téllez-Girón.
En 1783 la Duquesa alquiló la finca, pero como no podía modificarla, en 1787 la acabó comprando. A partir de entonces las obras. Tiene varias partes diferenciadas, debido a sus influencias inglesas, francesas e italianas.
No fue hasta 1839 que se terminaron las obras. La Duquesa no pudo verlo acabado, puesto que murió en 1834.
Estuvimos viendo todas y cada una de las diferentes zonas, deteniéndonos en la historia de cada zona.
Por todas partes había elementos que parecían masones. La Duquesa no podía serlo (en aquella época), pero sí tenía amistades que lo eran, por lo que su influencia parecía notarse. Uno de esos elementos dicen que son unas ranas que mandó poner en una de las fuentes (como podeis observar en la parte superior de la imagen).
También vimos, por fuera, el Palacete. Por dentro, por lo visto, está diáfano: en algún momento tiraron los tabiques. Y los frescos que un día decoraron los interiores, no queda casi nada. Uno de los proyectos futuros sería celebrar banquetes de bodas en su interior.
Durante la Guerra Civil fue usado por el bando republicano, quedando un entramado de bunkers que recorren el jardín.
Además tenemos el Fortín, donde se realizaban juegos de guerra, con puentes levadizos, cañones y toda la parafernalia. Incluyendo al servicio con disfraces.
La Casa de la Vieja, con unos autómatas dentro, para deleite de los visitantes. La Ermita, con un ermitaño curioso. Dicen que, al morir el ermitaño, le enterraron allí mismo. Fue sustituido por otro ermitaño, pero con el tiempo le echaron y lo cambiaron por un autómata.
El Casino de Baile, al cual se puede acceder utilizando un curso de agua procedente de un embarcadero llamado Casa de Cañas.
Al final fue una visita agradable, a pesar de la climatología.
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